Mantener la salud oral nos protege

El mantenimiento de la salud oral contribuye a una mayor esperanza de vida

Hoy en día, se reconoce la importancia del mantenimiento de la salud oral y dental a lo largo de la vida como un factor necesario, no sólo para incrementar la calidad de vida, sino para ayudar a protegerse frente a otras enfermedades no transmisibles, como por ejemplo la diabetes o las patologías cardiovasculares, evitando el agravamiento de estas patologías de alta mortalidad.

Las enfermedades bucodentales más prevalentes son las caries y las enfermedades periodontales, popularmente llamadas enfermedades de las encías, principalmente la gingivitis y la periodontitis asociadas a placa bacteriana. Ambas son enfermedades inflamatorias de los tejidos que rodean al diente. Y ambas se asocian a la acumulación de placa bacteriana, hoy llamada biofilm dental.

sangrado de encías tras el cepillado

Consecuencias de la periodontitis

Las consecuencias de la periodontitis se deben a su acción a nivel bucal y a nivel general.

A nivel bucal, tiene consecuencias funcionales, por pérdida dentaria o movilidad dental, con la consiguiente reducción de la capacidad masticatoria; consecuencias estéticas y consecuencias psicosociales, con dificultad en la vida de relación, incluyendo la vida profesional.

Además de las repercusiones locales, hemos de hablar de su relación de riesgo con otras patologías generales.

Actualmente, cuando hablamos de la relación entre las periodontitis y las enfermedades sistémicas, no estamos diciendo que una de ellas se produzca directamente por la presencia de la otra. Lo que indicamos es que su presencia influye en un cierto grado en la aparición o desarrollo de la otra. Este grado de influencia la cuantificamos epidemiológicamente en lo que denominamos “riesgo atribuible”. En nuestro caso, se trataría de la proporción de nuevos casos de una determinada enfermedad general que puede atribuirse al hecho de padecer periodontitis.

Los estudios muestran que las periodontitis avanzadas presentan un riesgo atribuible de patologías generales, sobre todo de accidentes vasculares cerebrales, infartos, y diabetes mellitus, y también artritis reumatoide, parto prematuro o nacimientos de bajo peso, enfermedades pulmonares, enfermedad renal, y cáncer.

Se describen dos posibles vías de relación: La primera es directamente la bacteriemia o el paso de bacterias y sus componentes al torrente sanguíneo, creando una infección a distancia. La segunda, a la cual se da la mayor importancia actualmente, también es consecuencia del paso de bacterias a la sangre, pero en este caso la relación deriva de la inflamación que se produce como respuesta a la acción de estas bacterias.

Algunos mediadores inflamatorios que se producen a nivel de los tejidos periodontales inflamados, pueden diseminarse a través de la sangre, llegar al hígado y activar una respuesta inflamatoria general, con liberación de varios metabolitos inflamatorios, como por ejemplo, la proteína C reactiva. Se produciría una diseminación general de una inflamación local.

En ambos casos, el proceso se inicia por el paso de bacterias a la sangre. Lo hacen desde las bolsas periodontales, esos espacios que se convierten en reservorios de bacterias, y que están ulcerados por la inflamación. Algunas veces, esta entrada se facilita mediante cambios físicos, como los tratamientos gingivales; pero también se causan por acciones diarias como el cepillado dental o simplemente masticar.

Si consideramos un paciente que presenta periodontitis avanzada en 25 de sus dientes, las bacterias y sus productos estarían en contacto con una superficie ulcerada de alrededor de 50 cm². Se trata de una amplísima superficie, aunque invisible a la inspección, que está en contacto con el gran contenido séptico de la bolsa.

Se ha visto que el riesgo atribuible a la periodontitis avanzada en relación a la patología cardiovascular es entre 1,5 y 2. Es decir, la probabilidad de que se presente esta patología es de entre 1,5 y 2 veces a las de un paciente sin esta patología inflamatoria gingival. Y no es por la coincidencia de los factores de riesgo, sino que la periodontitis, en sí misma, actúa como factor independiente.

La magnitud del exceso de riesgo no es uniforme en la población: es mayor para los accidentes cerebrovasculares que para enfermedades cardíacas coronarias, y mayor en individuos varones y menores de 65 años.

Esta condición se está convirtiendo en una verdadera epidemia a nivel mundial. En España casi un 14% de personas la padecen, pero un 6% de ellas no han sido diagnosticadas. A nivel epidemiológico, los estudios demuestran una asociación de inflamación periodontal y los niveles de glucosa en sangre (incluso en personas no diabéticas) y también con las complicaciones de la diabetes.

La periodontitis avanzada se asocia con un aumento de hemoglobina glicosilada en personas con diabetes y también en personas que no la tienen.

Los pacientes con grandes profundidades de bolsa periodontal tienen 3 veces y media más riesgo de desarrollar diabetes que los que no tienen periodontitis. Y se ha visto que cada mm adicional de pérdida de inserción corresponde a un incremento de la HBA1c de 0,13%.

En las personas que todavía no tienen diabetes, la progresión de la periodontitis a lo largo de 10 años se asocia con un aumento de la HbA1c y una descompensación de la tolerancia a la glucosa, lo cual sugiere que puede ayudar a iniciar una diabetes tipo 2.

Además es relevante tener en cuenta que existe una relación directa entre la gravedad de la periodontitis y las complicaciones de la diabetes. La periodontitis avanzada se asocia con mayor riesgo de microalbuminuria (2 veces más riesgo), enfermedad renal terminal (5 veces más riesgo) y la mortalidad cardio-renal (3 veces más riesgo).

La relación entre periodontitis y diabetes tipo 2 es inflamatorio. La aparición de la diabetes se puede preceder de inflamación, que conduce al desarrollo de la resistencia a la insulina, que lleva a la diabetes.

En los pacientes con periodontitis avanzada, el tratamiento periodontal reduce los niveles de los mediadores proinflamatorios de los diabéticos, por lo que mejoran su sensibilidad a la insulina. Así, el tratamiento periodontal reduce los niveles de hemoglobina glicosilada en 0,36% a los tres meses,que es una mejora equivalente a la administración de un segundo antidiabético oral.

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